Amamantar y compartir un sueño con un bebé son buenos para la salud de la madre.

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Durante mucho tiempo ha sido una verdad innegable que la lactancia materna tiene un efecto beneficioso sobre la salud del bebé y la madre. Y cómo el sueño conjunto en una cama afecta su condición, los científicos estadounidenses de la Universidad Northwestern intentaron averiguarlo.

Los científicos han estudiado los ritmos diarios óptimos de las hormonas del estrés en las mujeres. El ritmo óptimo es cuando el nivel de cortisol, la hormona del estrés, es alto en la mañana para preparar a una persona para los eventos del día y posibles factores de estrés, y bajo en la noche, lo que le permite a una persona dormir tranquilamente.

Estudios anteriores han demostrado que los niveles de cortisol durante el embarazo aumentan y disminuyen inmediatamente después del nacimiento, pero pocos científicos han investigado más a fondo el período posparto posterior.

Un nuevo estudio analizó muestras de saliva de 195 mujeres seis meses después de dar a luz. Se recogieron muestras inmediatamente después del despertar de la mañana, 30 minutos después de despertarse y antes de acostarse.

Se identificó la cantidad óptima de hormonas del estrés en aquellas mujeres que amamantaron a un bebé pero que no dormían con él en la misma cama. Tuvieron la mayor disminución en los niveles de cortisol al anochecer, lo que los científicos siempre han asociado con la buena salud. El peor indicador fue entre quienes compartieron su cama con un niño y no amamantaron.

Los datos obtenidos confirman las recomendaciones de expertos en el campo de la salud pública: mantener a los niños amamantados y acostarlos en su propia cama. Una combinación de ambos es especialmente beneficiosa para la madre.

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